Document-ando: Proyecto Máscaras

Isabel Iglesias 17 Marzo 2011

Al hilo de un reciente artículo sobre el documental español, comentaba Gonzalo Martín que el problema no está tanto en la falta de eficacia en la ayuda pública, es decir en lo que le falta, como en lo que le sobra. En este caso lo que sobra es el apellido “español” y el empeño en pensarlo como género (el documental) en vez de un producto apetecible a los ojos del espectador.

Pero, puestos a eliminar lastre, hay que dar nuevos pasos. Si ya no es discutible que el audiovisual es mucho más que el cine, y que la audiovisualización del mundo va en paralelo a la fragmentación de audiencias, no tiene sentido mantener la aureola maldita con la que se pretende seguir tratando al documental.

La necesidad de monetización no entiende de nostalgias y privilegios de salón. Las fuentes de financiación tradicionales necesitan reinventarse y sus herramientas de marketing también. Pero la capacidad de estirar el modelo de negocio vuelve a redistribuir el control en perjuicio de quien produce los contenidos.

Esta tendencia a convertir los bienes físicos en bits y meterlos en los hogares, es la verdadera revolución para esta industria. Nos hacemos multiplataforma pero, ¿cómo gestionarlo? ¿Qué hacemos ahora con la tecnología? Plegarse a los intereses del público significa asumir la bajada de los ingresos pero, si no lo hacemos nosotros lo harán por nosotros. Aferrarse al pasado es no comprender cuál es tu negocio, comonos explicaba Gonzalo en su conferencia hace unos meses.

Por eso la transformación no puede verse sólo desde el punto de vista de los modelos de negocio. La clave está en la transformación social y cultural que hace suyas las herramientas y los canales para transformar la agenda mediática con nuevas narrativas colaborativas y transmediáticas.

Los nuevos modelos urbanos nos llevan a la ciudad expandida de la que habla Juan Freire. Nuevas narrativas colaborativas que se construyen a través de proyectos artísticos o de investigación. Realidades transmediáticas de comunidades y territorios.

“El arte y la investigación se unen en proyectos que dan voz a colectivos marginales o marginados creando una narrativa propia que les da visibilidad y permite estar presentes para la toma de decisiones en la acción política”

Sin embargo no fueron razonamientos tan teóricos los que impulsaron el Proyecto Máscaras, un largometraje de No Ficción en el que llevamos meses trabajando y que ahora empezamos a contar.

Decir que los protagonistas de Máscaras son personas con discapacidad que forman parte de ASPRONAGA sería faltar a la verdad. Lo cierto es que estas cinco personas no sólo nos dirigen sino que nos están transformando al resto que formamos parte del proyecto.

Concebido en 2009 por Iago, el director, la No Ficción trazó su propia planificación hasta que su realidad y la nuestra consiguieron encontrar la necesaria convergencia en el tiempo, muchos meses después de lo inicialmente previsto. Lo cierto es que, tal vez, permitimos que lo imprevisto llenara el hueco de la paralizante incertidumbre. Como fuimos aprendiendo después, era nuestro miedo, no el suyo.

Máscaras es la historia de personas que decidieron hacer equipo para contar “una historia”. Tratar de separarla en fases, de explicar cómo las cámaras fueron acompañando la totalidad del proceso, las clases de interpretación o cómo fueron tomando sus decisiones, es como poner sobre la mesa los ingredientes sin ser cocinados.

Manolo, Mireya, Eva, Miguel y Amparo, nos aceptaron como colaboradores para contar la historia que querian. Sabíamos que era un proceso no cerrado, pero no hasta que punto. En la recta final del proyecto, cuando les queda poco más que grabar su corto, y presentarlo públicamente, tienen claro que no quieren que su historia se quede en un cajón. Quieren verse en la TV y en el cine para demostrar al mundo que “no son tontos”. Son sus palabras, no las nuestras.

Por nuestra parte, si algo tenemos que destacar sobre todo es “su exigencia de aprendizaje pidiendo constantemente elevar el nivel”. El suyo, pero también el nuestro.

Si algo teníamos claro desde el principio, era que no queríamos hacer pedagogía de salón ni un producto edulcorado. Ni nos hubieran dejado. Es su película y la quieren ver en los circuitos. Porque… ¿por qué sirve la ficción sobre la discapacidad con actores famosos y no la propia interpretación de su vida? Ellos no se sorprenden, saben de qué son capaces.

Tardamos en empezar a contar porque creimos que debían mantenerse al margen de influencias. Tal vez fuera un acierto, o no. También hubiera sido su película, aunque otra diferente. El año que viene quieren ser maestros de la nueva promoción y contarlo en Internet, porque tres de ellos ya están aprendiendo a hacer un blog.


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