Manel Muntada: “un lujo en este mundo de “máscaras” donde siempre has de adivinar quién existe detrás de quien se relaciona contigo”

APM 22 Outubro 2012

Manel Muntada, cumClavis, ha sido, es, un importante referente para adentrarnos en la esencia del Proyecto Máscaras: las personas. Porque tras las dificultades aparentes, y muchas veces ficticias, fue necesario, incluso dolorosamente necesario, aprender a sujetar la impaciencia y dejar que el incesante goteo de la duda fuera socavando hasta las definiciones al uso. Tomando sus propias palabras:

Dudar es elevar a la categoría de dilema una determinada situación, algo más profundo e inteligente que al problema al que algunos lo intentan reducir todo (…) Dudar es una cualidad propia de este beta permanente que ha de caracterizar cualquier idea, cualquier producto, cualquier conclusión a la que se llegue, aunque sólo sea por considerar que algo puede haber cambiado lo suficiente como para que cualquier acierto haya podido dejar de serlo.

Porque Máscaras es cine… y mucho más así que, desde el eco de sus reflexiones, hemos ido cuestionando y recorriendo los caminos de la confianza, el valor que cada uno aportamos, la posibilidad como motor de la ilusión, el respeto, la utilidad… Porque a la sencillez se llega trabajando desde la complejidad de lo humano. Porque para poder avanzar, hay que atreverse con las anotaciones heréticas.

Pero no hay que olvidar que todo empieza con un sueño y si la capacidad de soñar es un don, no menos importante es el de la palabra, que permite expresar esos mundos. Y las suyas son las de la emoción sin envoltorios.

Excavando

Hay proyectos que se absorben a sí mismos siendo prácticamente imposible delimitar su perímetro antes de que éstos hayan, aparentemente, terminado. Y digo “aparentemente” a consciencia, ya que entonces, cuando se considera que se posee la última versión del mismo, el proyecto continúa con el proceso de excavación que sigue para descubrir y sacar a la luz todos aquellos materiales sepultados en las diferentes capas de cada una de sus fases.

Así es como veo ahora Máscaras, como una excavación en la que un equipo convencido e ilusionado con las posibilidades que se esconden bajo el resultado de un proyecto inicial, siguen construyendo a partir de remover el terreno trabajado, documentando y registrando cada objeto hallado con el fin de ofrecernos la globalidad de un descubrimiento que pueda añadir valor a esa búsqueda de significado en la que se envuelve nuestra cotidiana existencia. Una excavación a la que, poco a poco, estamos todos invitados para identificar, desde la perspectiva de cada cual, aquel detalle que se muestra sólo a nuestros ojos.

Vi Máscaras una madrugada, en un pase en solitario en el frío entorno de una habitación de hotel, durante el transcurso de un viaje de trabajo. Aquel mismo día escribí:

Acabo de ver “Máscaras”, me he levantado pronto y he decidido verla así, fresco, de principio a fin y con el tiempo suficiente como para pensarla. La verdad es que ha sido una buena forma de empezar el día, creo que una de las mejores.

La película me ha parecido brillante, tal cual. Me gusta lo que transmite y lo que me despierta. Tiene una estructura melódica suave con un principio grave [todo el inicio, desde las pulsaciones de la música del principio hasta cuando se presentan los protagonistas] que se va estirando y elevando hacia agudos que acaban siendo festivos en la “estrea” final. Vaya, que viene a ser como descorchar una botella del mejor cava en la bodega donde se elaboró, esta es la imagen que he anotado en mi cuaderno.

Desde mi punto de vista más personal e íntimo, he visto desfilar el catálogo de emociones y sentimientos que habitan en el núcleo, ocultas tras capas y capas de socialización intelectualizada. Por esto, el conjunto se me antoja como un espejo en el que me sospecho pero no me reflejo por esa “máscara” de invisibilidad tras la que nos ocultamos. Ese ha sido uno de los descubrimientos.

Miguel [su sonrisa y su mirada] me ha despertado mucha ternura y Mireya me ha dado unas cuantas palmadas en la frente como diciéndome “tontíiiin, ¡a ver si despiertas!”, todo ello mientras seguía el desarrollo de la película con una sonrisa vuelta hacia dentro, ahí está el genio, en lograr sacar esa sonrisa dirigida a uno mismo, en la propia soledad.

Ni qué decir que la dinámica de co-creación es rabiosamente actual y revela la potencia y capacidad de un grupo humano que, además, se expresa sin ambigüedades ofreciendo, en el mismo plano, sus ideas y los sentimientos que los acompañan. Todo un lujo en este mundo de “máscaras” donde siempre has de adivinar quién existe detrás de quien se relaciona contigo.

Me fascina el valor que le añade la lengua, lo cual no debiera suponer ningún problema a lo largo de toda la península, ya que se entiende a la perfección y si hay, a veces, alguna expresión más cerrada, se abre sin ninguna dificultad en el contexto. Además, tenéis una lengua preciosa. La fonética es deliciosa. Es como una neblina suave que os suaviza los rasgos dulcificando la expresión de los ojos cuando la habláis.

Este proyecto está muy bien, bien planteado, bien trabado. Es una historia que merece ser escuchada, un cuento que ayuda, sin lugar a dudas, a vivir mejor: ¡bravo!”

Manel Muntada


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