Manuel Calvillo: “el proxecto máscaras es un arma de innovación y revolución sutil, puro caballo de Troya”

APM 30 Novembro 2012

A Manuel nos unió un concepto, o mejor dicho la forma de cuestionarlo, porque eso es lo que destilaba su indagación sobre los niveles de “felicidad percibida entre personas con y sin discapacidad”. Porque “percibir” pone el punto de mira en la persona y porque la (dis)capacidad no es algo que es, sino que se tiene, que todos tenemos en mayor o menor medida según para qué.

Atrapados en la tiranía de la normalidad son las ideas poderosas las que nos ayudarán a salir de esa desidia cotidiana de la que somos tan responsables como ignorantes porque…

Frase a frase y sin darnos cuenta vamos construyendo un escenario en el que la normalidad de ser uno mismo (que es la única normalidad posible) se hace difícil, complicada y tramposa.

Cierto que su perfil profesional avala su actividad pero no parece causa sino consecuencia de quien prefiere definirse con el corazón antes que con los datos:

Incansable “buscador de gorilas”, más de lazos fuertes que débiles, más de hacer que de quedarme quieto y me interesan más las personas que sus títulos. Creo en el poder de la buena psicología, seria y sin complejos, la formación me apasiona y correr por la montaña me da alas

 Miradas desapercibidas

Lo que se me antojaba un pase privado de sofá, castañas y mesa camilla, resultó ser una historia que alimentó mi infidelidad y desencanto. Sin embargo no me di cuenta de esto hasta unos días después. Por sus valores, por su enfoque y por la manera de tejer la historia, la propuesta de desengaño e infidelidad que plantea Máscaras pasa inadvertida, pero queda. Lejos del fogonazo inmediato, fácil y efectista, al que se presta trabajar desde estos temas y con personas “del otro mundo”, la película te deja disfrutar de los personajes, de las imágenes y de la historia a salvo de la lágrima cómoda, tan sincera como pasajera e inútil. En el descuido del sentirte a salvo, es donde se cuela la vida normal de esos personajes normales. Se cuelan sin darte cuenta, para luego, ya desde dentro, asaltarte al día siguiente, al paso de un mes o dios sabe cuándo. Es ahí donde está el poder de innovación y uno de los secretos de los muchos que guarda Máscaras.

Ser infiel de verdad a uno mismo, des-encantarse de las propias convicciones, de los valores que organizan tu mundo, de la visión que da sentido a tu manera de con-vivir y a las excusas que para ello nos forjamos no puede hacerse por real decreto, ni desde la lucha, ni desde las experiencias de lástima o caridad.

Evolucionar constituye una infidelidad: a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Cada día debería contener al menos una infidelidad esencial, una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro. Una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores (Hanif Kureishi).

El desengaño o la infidelidad tiene que ver, antes que con la imposición o el enfrentamiento, con la proximidad, con la conexión con otras personas. Pero para que esto ocurra es imprescindible que éstas se dejen ver tal y como de verdad son. Y ésta es una de las maravillas de Máscaras: crea el escenario donde los actores, en su afán de fingir lo que tienen que ser, van construyendo unos personajes que conforme avanza la película dan la impresión de parecerse más y más a la mejor versión de ellos mismos.

Acaba siendo así la película una auténtica máscara, “una impostura, una ficción, un ardid para burlarse de la realidad” oficial que queda al otro lado de la pantalla. Se burla de ella porque desvela la construcción académica y formal de la discapacidad en una dirección determinada, porque muestra la trampa que transforma la diversidad en deficiencia, una realidad que niega otros modos de individualidad (de formas, de acción, de sentido, de valores,…) y que no es más que el reflejo de un estado de civilización concreto. Nada que ver con Manuel, Miguel, con Eva, Amparo o Mireya. Por eso, en cierta manera, el Proxecto Máscaras convierte a la discapacidad en un espejismo verbal, y rescata a la diversidad del mundo de lo anormal y lo patológico para traerlo cerca y colonizar lo cotidiano.

Además hay otros aspectos de Máscaras que realmente aprecio (en su doble sentido de otorgarle un valor y de sentir afecto hacia ello). Por un lado la película y el proyecto al completo no deja de hablarnos de la ignorante construcción de la discapacidad y de la tiranía de la normalidad, pero sin nombrarlo. Lo hace de una manera tan constante, tan vital y tan desapercibida como cada bocanada de óxigeno, que sin ser consciente damos y que nos permite seguir viviendo. En este sentido el proxecto máscaras es un arma de innovación y revolución sutil, puro caballo de Troya.

Por otro lado, sin duda, aprecio las relaciones, los contactos y las conversaciones que se establecen entre todos los que hacen este película, tal y como se ve en la misma. Creo entender que en gran parte la culpa de esto es de Isabel, Iago, Tamara y los que quieran que formen parte de IG Documentación. Todos ellos cimentan un trato exquisito, por cotidiano, abierto, cálido y profesional entre todos los actores y el resto del equipo de la película. Sin esta filosofía, sin este trato exquisito, proyectos como éste no van más allá del ¡prevenidos…!

Aunque en su presentación se diga lo contrario, yo creo que Máscaras es un largometraje (o mejor iagometraje) de ficción. No sabría decir si porque construye la ficción con realidades o porque, al fin y al cabo, la vida se construye también de ficciones.

Como quiera que sea, este fingir no anula a las personas que están detrás de cada papel – de actores, de director, de guionista, de cámara,..-, si acaso las construye o las transforma. Y su fingimiento es tan en serio que nos lleva a los que estamos viendo la película a disfrutar de verdad de los personajes y a seguirlos más allá de su guión. A lo largo de la película he tenido la sensación de que la historia de cada personaje no deja indiferente ni al que los mira ni a la persona que lo representa. Es como si ese fingir llevara a crear un cambio que transforma a los actores de una manera en la que ya nada es como antes, o tal vez de una manera en la que ahora sí son ellos mismos. Es entonces, después de todo el proceso, al finalizar la proyección, cuando en los primeros planos de los protagonistas surgen los gestos, el silencio y las miradas. Sobre todo las miradas.

Acabo de re-leerme dos párrafos atrás y vuelvo a repasar en mi cabeza la película. A veces sé reconocer en corto mis errores. Es cierto, Máscaras es un largometraje de no ficción, cada actor y cada persona implicada en la película es artífice de su propia vida y hacen de sí mismos una obra de arte. Gracias por compartirla.


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